Lo conocí como un amigo de un conocido, alguien que vino de "acoplado" a mi cumpleaños. Ese día no pasó nada, porque yo tenía novio y él se arrimó a una compañera de instituto. Nos conocimos como amigos, nos llevábamos bien.
Pero todo cambió el día 20 de diciembre, el día que nos daban las vacaciones de Navidad. Yo había roto con mi novio hacía tiempo, y él también estaba libre. Nos encontramos por casualidad en uno de los bares que solíamos frecuentar, y nos saludamos con un abrazo. Él iba con un amigo, yo con una amiga, y nos pusimos los cuatro a bailar.
No sé cómo pasó, pero se acercó a decirme algo y mi corazón dio un vuelco dentro de mi pecho. Respiré hondo, me relajé y seguí bailando. Volvió a acercarse, no sé si tenía la intención de besarme, pero mi corazón giró de nuevo. De verdad, eso pasa, y lo digo porque solamente me he sentido así esa vez (bueno, sólo una vez más también lo sentí, ya en la universidad, pero en ese caso, me auguraba otra cosa).
Me di cuenta de que él iba a ser importante en mi vida, más que cualquier chico que hubiera conocido antes que él. Y ahora puedo añadir que más que cualquier hombre que haya conocido después.
Es cierto que ese día no pasó nada, y al día siguiente no nos vimos. Pero el día 22 de diciembre, el día de la lotería, fue el comienzo de todo.
Hemos pasado momentos dulces, duros. No todo ha sido un cuento de hadas, por supuesto. Nos conocimos, crecimos juntos, nos casamos con el banco, nos casamos en el registro, tuvimos dos niños preciosos. Pero, hoy, 22 de diciembre, quiero decir que seguí a mi corazón saltarín, y no me arrepiento. Él fue, es y será el amor de mi vida.
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